Vigilando desde el cielo: un nuevo método satelital para anticipar erupciones volcánicas
Científicos exploran un nuevo método para anticipar erupciones volcánicas mediante el análisis de imágenes satelitales. Observar cambios en la vegetación podría revelar emisiones de dióxido de carbono subterráneas, ofreciendo una herramienta valiosa para la alerta temprana en zonas remotas.

Las erupciones volcánicas son fenómenos tan impresionantes como aterradores. Aunque la ciencia ha avanzado en el monitoreo de volcanes —detectando, por ejemplo, pequeños sismos cercanos, emisiones de gases como dióxido de carbono o deformaciones en el terreno—, anticipar con precisión cuándo ocurrirá una erupción sigue siendo un desafío. Esto se debe, en parte, a que muchos volcanes se encuentran en zonas remotas, donde instalar sensores o hacer observaciones directas resulta complicado o costoso.
Hace 5 años un volcán comenzó una erupción que sorprendió a muchos. Hasta el día de hoy estamos tratando de entender bien qué pasó.
— Cristian Farías (@cfariasvega) April 22, 2020
Es la historia del #Calbuco, que además nos dejó el mejor video de la vida del comienzo de una erupción.
Sigan el hilo, con confianza pic.twitter.com/eFZqhw1oal
En Chile, un país con numerosos volcanes activos, este problema se hace especialmente relevante. Un caso emblemático fue la erupción del volcán Calbuco en 2015, captada por casualidad por un excursionista que grababa el paisaje cuando comenzó el evento.
En contraste, volcanes como el Villarrica, al estar cerca de zonas habitadas, cuentan con un monitoreo constante. Sin embargo, ¿cómo mejorar la vigilancia en lugares de difícil acceso? Hoy, la respuesta podría venir desde el espacio.
Señales invisibles: cómo las plantas pueden revelar lo que pasa bajo el volcán
Cuando un volcán comienza a activarse, suele liberar una serie de gases, entre ellos dióxido de carbono (CO₂) y compuestos de azufre como el dióxido de azufre (SO₂). Estos gases son señales tempranas de que el magma se está moviendo bajo la superficie.
Desde la órbita terrestre, los satélites pueden detectar fácilmente las emisiones de azufre, ya que destacan en la atmósfera. Sin embargo, identificar el dióxido de carbono volcánico es mucho más difícil, porque este gas ya está presente en grandes cantidades de forma natural, lo que complica distinguir su origen.
Una solución lógica sería medir directamente estos gases en terreno, pero muchos volcanes están en zonas inaccesibles, lo que limita esta opción. Frente a este desafío, los científicos han comenzado a explorar una alternativa ingeniosa: observar a los árboles.

Las plantas, especialmente los árboles, absorben dióxido de carbono para crecer. Cuando la concentración de CO₂ aumenta en el suelo o en el aire, las plantas cercanas pueden volverse más verdes y frondosas. Este “reverdecimiento” es visible en imágenes satelitales, como las que proporciona la NASA, lo que permite usar a la vegetación como un “proxy” o indicador indirecto de la actividad volcánica.
Esta técnica de detección remota brinda a los científicos una nueva herramienta para vigilar los volcanes de forma segura y eficiente. Si se observa un patrón de reverdecimiento inusual en una zona volcánica, puede ser una señal de que el volcán está liberando CO₂ desde el subsuelo, lo que podría anticipar una futura erupción.
Ciencia colaborativa y nuevas oportunidades de monitoreo
El uso de la vegetación como indicador de actividad volcánica abre una interesante vía de colaboración entre disciplinas. Vulcanólogos, botánicos y científicos del clima están comenzando a unir esfuerzos para observar cómo responden los árboles ante el aumento de dióxido de carbono en zonas volcánicas. El objetivo es claro: encontrar una forma confiable de medir los cambios en las emisiones de CO₂ sin necesidad de detectarlas directamente.
Hoy en día existen múltiples satélites de observación terrestre que permiten este tipo de análisis. Entre ellos destacan Landsat 8, el satélite Terra de la NASA y Sentinel-2 de la Agencia Espacial Europea (ESA). Estos instrumentos han sido clave en un estudio reciente liderado por un grupo de investigación de la Universidad de Houston, donde analizaron imágenes satelitales de la vegetación alrededor del volcán Etna, en la costa este de Sicilia.
Este trabajo marcó un hito: por primera vez se demostró una correlación clara entre el cambio en el color de las hojas de los árboles y las emisiones de dióxido de carbono provenientes del magma subterráneo. Si bien los resultados son prometedores, el siguiente paso es validar estas observaciones, es decir, comprobar qué tan bien reflejan los datos satelitales la realidad observada en terreno.
Anticiparse para proteger vidas
La importancia de mejorar la vigilancia de volcanes no es solo científica, sino también humanitaria. Ya se han visto resultados concretos cuando se logra detectar a tiempo los signos de una posible erupción. Por ejemplo, en 2017 un equipo reforzó la red de monitoreo del volcán Mayon en Filipinas incorporando sensores para detectar tanto dióxido de azufre como de carbono. Esto permitió identificar señales claras de una erupción inminente, lo que facilitó la evacuación segura de más de 56.000 personas antes de una gran erupción en enero de 2018.
WATCH: Mayon Volcano is now on Strombolian eruption, producing frequent, moderate activities. https://t.co/sDo55hwVGt pic.twitter.com/xmVN5xrsoL
— NewsWatch Plus PH (@newswatchplusph) January 23, 2018
A pesar de estos avances, no todos los volcanes tienen vegetación cercana que pueda actuar como indicador. En zonas áridas o con poca cobertura forestal, este método puede no ser aplicable. Sin embargo, en aquellas regiones donde hay vegetación y comunidades cercanas, este tipo de alerta temprana puede convertirse en una herramienta poderosa para reducir el riesgo y proteger vidas.
Referencia de la noticia
-NASA. Imágenes satelitales de la NASA podrían proporcionar alertas tempranas de volcanes